2 de junio de 2015

¿LA ORACIÓN TIENE VALOR CIENTÍFICO ?


El avance científico permitió curar muchas enfermedades endémicas, no obstante aún no existe la píldora mágica que cure todo. Basta leer el prospecto de cualquier remedio y enterarse de los efectos negativos en infinidad de casos. La medicina sigue siendo un arte de uso delicado. La búsqueda de aquello que puede curar o aliviar a los enfermos está en permanente investigación.
 

 

Uno de ellos de uso milenario es la oración, que mereció centenares de estudios para determinar su efectividad o no.


Uno de los estudios más conocidos fue realizado por el cardiólogo Randolph Byrd, en la unidad coronaria del Hospital General de San Francisco, durante un período de diez meses, con 393 pacientes. Dicho grupo se dividió en dos: 192 pacientes para los cuales  se oraría, y otro Grupo de Control de 201 pacientes sin someterlos a oraciones. El estudio fue realizado de acuerdo con los rígidos criterios utilizados en estudios clínicos en medicina. Se utilizaron varios grupos de oración, a los que se les suministró el primer nombre de cada paciente y la condición que padecía. En el experimento no se informó a médicos, ni enfermeros,  sobre qué pacientes pertenecían a uno grupo o al otro.
Resultado entre los pacientes para quienes se oró, y el grupo de control:
1.    Requirieron cinco veces menos antibióticos.
2.    Desarrollaron tres veces menos edema pulmonar.
3.    Ninguno de ellos requirió una intubación traqueal (ventilación a través de la tráquea para poder respirar).
4.    Murieron menos pacientes.
Al conocerse los resultados a través de casi todas las agencias noticiosas, generaron una gran sensación en el mundo médico. Por su parte los creyentes pensaron que finalmente había quedado demostrado lo que habían practicado por siglos. No fue así.
 

Pronto comenzaron a aparecer críticas severas. Pese a que en los grupos de oración había gente de iglesias protestantes, como de la católica, la mayoría de los seleccionados eran “Born-again” o que habían tenido un nuevo nacimiento en el cristianismo. La crítica fue que el Dr. Byrd tenía un interés oculto en tratar de demonstrar la superioridad de su religión personal. Otro aspecto fue que no hubo control para determinar si la oración  había tenido lugar o no.  
No se dieron instrucciones específicas a los grupos de oración de cómo orar, excepto que debían hacerlo diariamente para la rápida recuperación, prevención de complicaciones y evitar la muerte.
Esto viene a cuento pues los investigadores de la organización Spindrift descubrieron que la oración no direccionada, en la que no se especifica una meta o resultado  (sino con la actitud de “Hágase Tu voluntad…”) era entre dos a cuatro veces más efectiva, que el de un método directo. 

Otros dijeron que las oraciones, para ser efectivas, deberían ser adaptadas a las condiciones personales de cada paciente. Tampoco se determinó la capacidad de cada persona que oraba. Dar el primer nombre fue considerado por algunos una violación del rigor científico, debería en cambio haberse asignado números o letras. También estuvo la objeción teológica: ¿Puede Dios curar al grupo por el cual se ora y olvidarse del grupo de control por el cual no se oró? Dentro del grupo por el cual se oró, el hecho de darse un porcentaje no beneficiado por el poder de la oración ¿no indica que Dios no es completamente efectivo? Por otro lado, no se supo si el grupo de control no tuvo familiares, amigos, o ellos mismos que oraran o no.

En conclusión, el Estudio del Dr. Byrd mereció objeciones de todo tipo, pero también felicitaciones y apoyos por el coraje de realizar semejante experimento, en un ámbito que fue habitualmente reacio. Sus resultados, excepto las intubaciones y ventilación mecánica, no fueron relevantes. En el caso de muertes hubo tan solo cuatro personas menos. En grandes números esto es correcto, pero para la persona que sobrevivió y vive, el resultado fue del ciento por ciento, o sea sumamente relevante. Finalmente el último cuestionamiento es de tipo ético, para quienes creen en las bondades de la oración, orar para un grupo y no para otro, ¿es correcto o moralmente objetable?
Otros estudios científicos demostraron los efectos de la oración en ratones, pollitos, encimas, hongos, bacterias, células, etc. procedimiento utilizado con éxito fue la oración con el uso de imágenes. (Si una persona tiene una inflamación en una rodilla, se ora usando la imagen de una rodilla perfecta o una imagen de la inflamación que va disminuyendo). Esto incluso funcionó para la oración a distancia.  

Investigaciones sobre la relación entre las emociones y el pensamiento con la parte neurológica, demostraron su influencia sobre el sistema inmunológico. Basados en estos descubrimientos se acepta que el pensamiento puede convertirse en biología. Por lo tanto cualquier influencia sea real o imaginaria que transforme el pensamiento en biología, puede cambiar el sistema inmunológico. Semeja al efecto placebo. O sea, un remedio inocuo, que el paciente crea que le curará, al aceptarlo movilizará todas las energías sanadoras logrando dicho efecto. Con la oración, algunos sostienen que sucede exactamente eso. El solo hecho de que alguien sepa que ella misma, u otra persona ora para su bienestar, moviliza energías sanadoras.
También aparecieron otros cuestionamientos. Supongamos que dos grupos en pugna, oran como antiguamente para que algún dios les de la victoria, o destruya al enemigo. Hecho común a través de la historia. O, el caso bien conocido, en países como India o China en los cuales se ora muchísimo para que el hijo sea varón. Si fuera por el tiempo dedicado a orar para ese resultado, la población masculina debería ser notoriamente superior a los países en los cuales no se ora. Pues bien en la India hay 106 varones por cada 100 mujeres, lo mismo que en Inglaterra, como otros países. En este sentido es aplicable lo que dijo en una oportunidad C.S. Lewis: “Si Dios me hubiera concedido todas mis tontas oraciones realizadas en mi vida, ¿dónde estaría ahora?”                     
Considero que el estudio del Dr. Byrd, como otros, se refiere a la oración intercesora, por la cual un sujeto ora para ayudar a un tercero. No se refiere a la oración personal para uno mismo. En este caso la oración es un artefacto, un pequeño programa, que cada individuo pone en actividad cuando es necesario y funciona en forma automática semejante a un freno o un acelerador. Esto es subjetivo, no hace a los resultados sino a una forma de ser. En este campo la oración tiene un valor único, no controlable pero, al mismo tiempo, invalorable. Veamos un ejemplo. Un paciente está muriendo de cáncer. El médico Larry Dossey, le preguntó: “¿Para qué ora usted?” Respuesta: “Yo no oro para nada especial. ¿Cómo podrías saber qué pedir?”
Esta respuesta fue para el médico sorprendente. Pues, pensó, que este hombre podría tener algo para pedir. Por lo tanto forzó una respuesta: “Si la oración no es para pedir, ¿entonces para qué es?”. Con calma, el hombre dijo: “No es por algo. Me recuerda que yo no estoy solo”. Esto fue lo que J. Chrishnamurti recomendó a un grupo de seguidores, a los que les había preguntado, que dirían a una persona que se está muriendo. Luego de escuchar sus opiniones de consuelo y compasión, los cortó y les dijo que le digan que vaya donde vaya, una parte de su ser irá con ella. Esa persona no estará sola. La oración es una afirmación ante el Universo de que seremos inmortales pues no estaremos solos. 


La conclusión provisoria es que todos los experimentos usando la mente, para influir en el resultado de algo, no es oración. Será proyección mental, será intencionalidad psíquica, será psicología positiva, o lo que fuera, pero no es oración. Pues la oración, básicamente, es la elevación del ser a un nivel superior o a un Ente superior que muchos llaman Dios, para que se cumpla “Su voluntad”. 

   La oración no puede cambiar al Ser Que Es, al Tao, al Espíritu, pero puede ponernos en sintonía con esa Fuerza. 

Estar en armonía con el Poder Irresistible de la Armonía Universal no es poca cosa, pues en mi modesta experiencia ese poder armonizará nuestro ser. Este enfoque no requiere proyectar imágenes a otros sujetos, requiere un discernimiento de la verdad en el mismo lugar donde estamos, en vez de correr para hacer, tenemos que estar y ser. La respuesta al título de este tema, para vivir en calma y sin estrés, sería que es prudente no vivir con píldoras y oraciones, sino vivir en oración. Esta forma pura y simple, no requiere curarse de nada, las personas no se enfermarán de nada y podrán mantener una salud constante.

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      La información científica para este texto proviene de Healing Words (The Power of Prayer and the Practice of Medicine) por el investigador Larry Dossey, M.D. publicado por Harper Collins.
·        En el próximo blog trataré sobre la oración oscura o de la muerte.


© 2015 Pietro Grieco

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