26 de marzo de 2014

CONCLUSIÓN SOBRE EL TIEMPO



Quiero agradecer los comentarios recibidos de Karin, Raúl, Bianca, Liliana y Sherrie, junto con los de su esposo, que enriquecieron los textos acerca del tiempo. Había decidido dejar para más adelante una tercera parte, pero un artículo de National Geographic de este mes me hizo cambiar de idea. Por ello recomiendo leer  Star Eaters, por Michael Finkel, de este mes (Marzo 2014) en National Geographic, que podría traducirse como “Devorador de Estrellas”, refiriéndose a los agujeros negros.

Entre otras cosas Finkel dice: “Usted probablemente escuchó la frase ‘el tiempo es relativo’. Lo que esto significa es que el tiempo no se mueve a la misma velocidad para todo el mundo. El tiempo, como Einstein descubrió, es afectado por la gravedad. Si se colocan relojes sumamente precisos en cada piso de un rascacielos, van a marchar a velocidades diferentes. Los relojes en los pisos bajos —cercanos al centro de la Tierra, donde la gravedad es superior— se moverán a una velocidad más lenta que aquellos en los pisos superiores”. Relojes en los satélites de posicionamiento global (GPS) tienen que regular el tictac de su velocidad, un poco inferior a los que se encuentran sobre la superficie  terrestre. Si no lo hicieran, el GPS no sería preciso”.  Más adelante,  agrega: “Los agujeros negros, con su increíble atracción gravitatoria, son básicamente máquinas de tiempo.” Si una persona viajara en una nave espacial y llegara sumamente cerca del horizonte de eventos, de un agujero negro, sin cruzarlo, por cada minuto que estuviera allí, en la tierra pasarían mil años. Como ya había dicho en los blogs anteriores la gravedad contrae la materia y el tiempo, que depende de ella. Finkel da esta frase concluyente: “La gravedad aplasta al tiempo”. Y, yo agregaría, si se pasa (una nave, planeta o estrella) el horizonte de eventos y se cae en un agujero negro, directamente el tiempo desaparece. Lo que me lleva al convencimiento de que el tiempo no es un ente, una cosa ni una dimensión, pues las cosas que existen  pueden transformarse pero no desaparecer.

Pensar en el tiempo como un ente o cosa, nos viene de los griegos, quienes creían en Cronos, el dios del tiempo. De él nos vienen palabras como “cronología”, “cronológico”, “cronógrafo”,  etc.  Al haber identificado al tiempo con un dios, se generó en la mente colectiva la identificación del tiempo con algo que existe y está allí en algún lado. Pero Cronos era hijo de Urano (cielo) y Gea (la tierra).O sea, desde su inicio el tiempo fue hijo o dependiente  de un sistema de coordenadas de referencia que le daba origen. El tiempo no existe por sí solo.

El tiempo tampoco existe como elemento, no figura en la tabla periódica. Por lo tanto si no es un elemento ¿qué es? Es una relación entre un objeto o sujeto en movimiento respecto a otro plano de referencia o sistema de coordenadas. Si nada se mueve no hay tiempo. Por lo menos a nivel científico nada hay para medir. A nivel filosófico son posibles otros enfoques. El cosmos  no es algo en movimiento sino, desde el Big Bang, un fenómeno del movimiento.

Heráclito, utilizó el río como metáfora del tiempo, una imagen de aquello que siempre corre, que pasa, que requiere movimiento y se renueva. Por ello ningún hombre puede bañarse dos veces en el mismo río. Un lago no expresa la idea del tiempo. Un roca tampoco. Desde sus orígenes el tiempo estuvo íntimamente ligado al movimiento y a un sistema de referencia. Aristóteles también sostuvo que el tiempo está relacionado con el movimiento, con el agregado de que puede medirse partiendo de un “antes” a un “después”. No hay tiempo antes del Big Bang, ni más allá del horizonte de eventos de un agujero negro, más allá del cual ni la luz puede escapar de su gravedad. Por ello constituye el límite del tiempo. 
   
Mi conclusión es que 
el tiempo no es una cosa, ni un ente, ni siquiera una dimensión, es una variable del mundo físico que puede ir de cero a un valor sumamente elevado pero que nunca podrá superar la velocidad de la luz del sistema de coordenadas al que está referido.
©Pietro Grieco

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